18 febrero 2007

400 años de Ópera

Teatro de Taormina. Fotografía de Israel Hurtado.

Hace algunos años pregunté en un examen que "cuál era el objetivo que perseguían los miembros de la Camerata Fiorentina cuando se reunían en el palacio del Conde Bardi, allá por los años finales del siglo XVI, en Florencia". Y un alumno me respondió que "trataban de reparar el teatro griego, porque estaba en ruinas". Tras un momento de perplejidad, fui a consultar los apuntes para averiguar de dónde había salido tan peregrina idea, y, claro, eran un poco ambiguos... porque decían que aquel grupo de artistas e intelectuales italianos quería restaurar el antiguo teatro griego.

Este grupo de artistas e intelectuales pensaba que la música y el arte habían llegado a un punto de decadencia tan grande que había que hacer algo para reconducirlos. Y en sus tertulias, a las que además de los habituales (Rinuccini, Peri, Strozzi, Cavalieri, Mei -uno de los primeros eruditos y estudiosos de la Grecia Antigua- y Vincenzo Galilei -padre de Galileo-) solían asistir numerosas personalidades del arte y la cultura de la Florencia renacentista, se concibió uno de los espectáculos más completos, complejos y fecundos de la cultura occidental. Ellos pensaban que la polifonía, tan de moda en esta época, hacía que no se pudiera comprender el texto, que en realidad ponían por encima de la música; así que, tratando de imaginar la música que creían que se interpretaba en las antiguas obras de teatro griegas, inventaron un estilo musical recitado sobre un ligero acompañamiento de acordes, apto para contar historias representadas.

El término ópera, en realidad, fue acuñado varias décadas más tarde. El producto de todos estos estudios, discusiones e hipótesis comenzó a brotar... primero, en 1582, el Lamento de Ugolino, de Vincenzo Galilei, desgraciadamente desaparecido; después, en 1598, la también desaparecida Dafne, de Peri y Rinuccini, y en 1600 la Euridice de Peri, Caccini y Rinuccini, primera ópera conservada. Esta obra se estrenó como parte de las celebraciones de las bodas entre Maria de Medici y Enrique IV, y a su estreno asistieron, entre otros muchos invitados, el duque de Mantua, Vincezo Gonzaga, y el compositor Claudio Monteverdi.

Jacopo Peri. Euridice. Nel pur ardor




Durante la celebración de los carnavales de Mantua, el 24 de febrero de 1607, va a hacer ahora 400 años, se estrenó Orfeo, con texto de Striggio y música de Monteverdi, que la escribió por encargo del duque. Esta primera ópera importante de la historia narra el mito de Orfeo, que el mismo día de su boda pierde a su mujer, muerta a causa de la mordedura de una serpiente. No duda en viajar hasta el Hades, morada de los muertos, donde gracias a su maravillosa voz y a sus grandes dotes musicales convence a los dioses de que tiene que sacar de allí a su amada Eurídice. El final no respeta el mito, y en lugar de concluir cuando vuelve a perder a su amada por no poder cumplir el requisito de no girarse para mirarla, Apolo le perdona y deja que sean felices para siempre.

Orfeo es una obra muy moderna para la época, y sienta las bases de lo que será la ópera barroca. Tiene una cuidada instrumentación, que reúne una cantidad de instrumentos bastante inusual para la época, y exige que algunos pasajes sean interpretados por un instrumento determinado... lo que ahora nos parece evidente, pero que era una absoluta novedad. En esta preciosa ilustración se ve cuál es la orquesta ideada por Monteverdi para su obra: en ella conviven instrumentos renacentistas, que están a punto de pasar a la historia, con algunos de los que van a asumir todo el protagonismo durante la época barroca.



En este cuatrocientos aniversario del estreno de esta magnífica obra, quisiera subrayar que aquella tertulia artística de Florencia es una de las pocas veces que en la historia del arte se han reunido expertos para inventar (o reinventar, que era este su deseo) algo... y ha tenido verdadera trascendencia y continuidad. Es un espectáculo, como quería Wagner, total, que suma todas las artes (música, literatura, danza, pintura, escultura, arquitectura) en una sola obra. Y que ha producido, con muchas variantes y estilos diferentes, grandes obras, sin perder vigencia ni público durante todos estos siglos. La ópera está hoy tan viva como entonces, y esperemos que siga así, por lo menos, durante cuatrocientos años más.

Hace cuatrocientos años, sonó esta Toccata en Mantua... escuchemos hoy la misma música, tan maravillosa como suponemos que fue entonces, en la versión de Jordi Savall dirigiendo a la Capella Reial de Catalunya.


3 comentarios:

ANTONIO SEGOVIA dijo...

Marian, qué artículo tan curioso, tan erudito, tan bien escrito... Gracias por la información (me ha sorprendido lo del "Lamento de Ugolino"... Cuando estuve buscando información para mi artículo sobre el Ugolino de Carpeaux no encontré nada de esto). Y gracias por el "Orfeo de Savall". Viéndola pasé unos momentos muy entretenidos y creo que voy a verla otra vez en estos días de asueto...

Anónimo dijo...

Madre mia Marian que maravilla de música, te deja casi sin respiración y a dos dedos del suelo. Que suerte que nos buscas obras tan maravillosas.

Anónimo dijo...

¿Y la entrada de Jordi Savall vestido de Monteverdi...? Esta versión está cuidadísima, no sólo en el aspecto musical, como es habitual en este músico imponente: la escenografía, el vestuario, la puesta en escena... es un verdadero viaje en el tiempo. Os la recomiendo vivamente, pasaréis un rato estupendo.